martes, 24 de septiembre de 2013

El lobo se levantará.

A veces no entiendo nada, me siento como un lobezno, abandonado, uno que no ha sido guiado, por un clan, rechazado, simplemente desamparado.
No hay explicación, no hay palabras, para describir la situación, la ausencia, la falta de esencia, de alma. Buscando emoción en cosas que con el tiempo solo se convierten en una carga, haciéndome doblar mi espalda y caer cada vez mas.

Y una vez en el suelo, cierro mis ojos, y al respirar mi olfato percibe el olor a derrota, entonces me tiendo, ahí, en ese suelo frió, donde cada vez mas me siento menos vivo. El sol me abandona, la luna se oculta tras nubes oscuras, dejándome en total penumbra. En un lóbrego lugar, donde solo suenan mis ideas, mis pensamientos, chocantes, vacíos.

Durante horas, presencié mis recuerdos, amargos, pesados, hasta que una voz rompió el silencio de la nada. Era mi alma, molestas, frustrada, llena de rabia, me invadía, me quemaba, me gritaba, y al sentirla me sacudí, quitándome así los fragmentos, las memorias, todo el peso. Una vez ligero, me levante, y con calma el entorno miré y enlazado a mi ser, hacia un rumbo empecé a caminar, con el propósito que a gritos por dentro yo reclamaba.


jueves, 5 de septiembre de 2013

Levántame


He aquí al lobo de la codicia, sumergido en una incesante decadencia, en todos los sentidos de la palabra, lleno de nada. Y ahora hambriento, de todo, codicioso al fin, quiere para él los conocimientos y saberes, quiere el poder, quiere al mundo, te quiere a ti. La persona que ha de encontrarlo herido a muerte, con el alma sangrando y el corazón hecho pedazos, y sus manos vacías, así como su esencia perdida.

Pero, ¿Serán verdaderas las palabras pronunciadas por tus labios, serán reales las promesas nacidas de tu conciencia? Ven y demuéstralo, oh pequeña, ser diminuto y lleno de grandeza, haz de este pequeño lobezno asustado una feroz bestia, satisface su hambre con tu cuerpo y sacia su sed con espíritu, ven, hazle sentir tu aliento, cálido, como los rayos del sol, como la flama de la vela de un templo, como un corazón, vivo y sincero.

Ven y hazlo soltar su miedo, y con vigor retomar su puesto, su sendero, devuélvele la espada de fuego, así como los sueños, haz de su alma, la de un guerrero. Para que vuelva a luchar, en este infierno terrenal.