He aquí al lobo de la codicia,
sumergido en una incesante decadencia, en todos los sentidos de la palabra,
lleno de nada. Y ahora hambriento, de todo, codicioso al fin, quiere para él
los conocimientos y saberes, quiere el poder, quiere al mundo, te quiere a ti.
La persona que ha de encontrarlo herido a muerte, con el alma sangrando y el
corazón hecho pedazos, y sus manos vacías, así como su esencia perdida.
Pero, ¿Serán verdaderas las
palabras pronunciadas por tus labios, serán reales las promesas nacidas de tu
conciencia? Ven y demuéstralo, oh pequeña, ser diminuto y lleno de grandeza,
haz de este pequeño lobezno asustado una feroz bestia, satisface su hambre con
tu cuerpo y sacia su sed con espíritu, ven, hazle sentir tu aliento, cálido,
como los rayos del sol, como la flama de la vela de un templo, como un corazón,
vivo y sincero.
Ven y hazlo soltar su miedo, y
con vigor retomar su puesto, su sendero, devuélvele la espada de fuego, así
como los sueños, haz de su alma, la de un guerrero. Para que vuelva a luchar,
en este infierno terrenal.
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